Por Raúl Martínez Fazzalari. Director del Instituto de Estudios Interdisciplinarios sobre Medios de Comunicación (UCES)

La responsabilidad por los datos y las fotos que se suben no puede quedar librada sólo a los códigos empresariales de confidencialidad.

En los últimos meses ha recrudecido la disputa que enfrenta a los sectores que pretenden regular a las compañías prestadoras de algún tipo de servicio online.

Los temas suscitados en relación con la propiedad intelectual, control de contenidos, descargas ilegales, privacidad y uso de los datos personales son sólo algunos de los varios tópicos que se encuentran en plena discusión en los organismos gubernamentales, en el seno de las mismas empresas de Internet y público en general.

¿Es válido plantear estos temas en las actuales circunstancias sobre el uso y aplicación de la red y de las redes sociales? La actual configuración de Internet, su estructura anárquica y descentralizada hacen imposible elaborar una única respuesta que dé solución a todos estos planteos.

La misma tecnología que se pretende controlar está creando nuevas circunstancias que hacen que la ley llegue siempre con retraso a dar una respuesta satisfactoria. Estamos en presencia de una nueva realidad entre lo público y lo privado, el concepto tradicional de la esfera íntima se ha modificado . A estas circunstancias hemos llegado por nuestras propias acciones.

El cargar fotos, comentar o ingresar nuestros hábitos y gustos ante un público masivo y anónimo ha logrado que el límite que hace unos años estaba más claramente definido en la actualidad se diluya en una esfera que mezcla lo mío con lo del otro y donde todo es visto en un escenario global .

¿Es responsabilidad de las empresas o de los estados el velar por esto? En parte, sí.

Pero en mayor medida es un tema de responsabilidad personal el determinar hasta qué punto se dan a conocer acciones privadas, situaciones, datos y circunstancias que en otra época hubieran sido impensable ofrecerlas a la vista de todos .

No voy a entrar en un planteo sobre el significado psicológico de todo esto, que por cierto lo desconozco.

La conflictividad que está provocando no debería ser tomada a la ligera . El cuidar la intimidad de nuestra familia, amigos y la nuestra propia deberían ser cuestiones que no queden libradas al libre albedrío de las “políticas de confidencialidad” fijadas por una empresa.

Somos los primeros responsables por los datos que ingresamos a Internet.

Como también los que suben los menores de edad, quienes están más expuestos a peligros que es preferible prevenir antes de que desgraciadamente ocurran.

Fuente: Clarín

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