Estados Unidos Europa08/07/2013

Florecen los grupos de lobby de las empresas tecnológicas para evitar un endurecimiento de la protección de datos personales

James Fontanella-Khan

A medida que el debate sobre la privacidad en Internet pasa encabezar la agenda de la Unión Europea, Bruselas está bajo una avalancha de grupos de lobby financiados por compañías de tecnología de Estados Unidos.

Ubicada en uno de los tantos edificios de acero y cristal de Meeus Square en Bruselas, la Asociación Europea de la Privacidad no se destaca.
Cuando la UE estableció su registro voluntario de lobbies hace dos años, en un alarde de modestia, el grupo se clasificó a sí mismo como un comité asesor independiente sin vínculos con intereses corporativos. Su objetivo era simplemente agitar el debate en Bruselas sobre la protección de datos personales que llegan a Internet.

Pero luego de un reclamo oficial apenas advertido realizado en mayo en el registro de la UE, el grupo se vio obligado a confesar: la mayor parte de su financiamiento provenía de compañías de tecnología de EE. UU., incluyendo Google, Facebook, Microsoft y Yahoo. Entonces el registró pasó de comité asesor a «grupo de lobby interno».

Las tácticas de lobby agresivas, incluyendo el «astroturfing» -establecer un grupo de interés popular esencialmente falso-, son comunes en Washington, la capital del lobby corporativo. Pero en Bruselas, que durante décadas funcionó sobre una base más antigua y autocomplaciente de colegialidad, son revolucionarias.

Cuando en los últimos dos años la UE intentó reforzar la protección de la privacidad en Internet, las compañías de tecnología de EE. UU. contraatacaron. Gastaron millones de euros en estrategias de lobby, contrataron numerosos funcionarios de la UE y autoridades de reglamentación nacionales para que ejecutaran sus órdenes y pusieron a trabajar a casi todas las grandes compañías de tráfico de influencias a cambio de un anticipo de honorarios.

Durante el proceso, los grandes operadores de la nueva economía cambiaron el juego en Bruselas. El gran lobby agresivo de EE. UU. había llegado a la capital de Europa.

“Estuve en la política 25 años antes de conseguir este trabajo y durante esos años, desde ya, hablé con algunos grupos de lobby”, afirma Jacob Kohnstamm, jefe del Grupo de Trabajo del artículo 29, que representa las autoridades de privacidad de la UE. “Pero la presión y el lobby que se ven hoy no tienen precedentes… [y son] extremadamente agresivos”.

Con la reciente revelación de que la Agencia Nacional de Seguridad de EE. UU. ha obtenido sistemáticamente información de e-mails y llamados telefónicos -en busca de ciudadanos extranjeros, incluyendo europeos- cuyos datos circulan por servidores de compañías estadounidenses, los citados esfuerzos de lobby vuelven a analizarse minuciosamente.

El año pasado el gobierno de Obama hizo lobby con éxito ante la Comisión Europea para quitar de su nueva legislación en materia de privacidad lenguaje que podría haber protegido a los ciudadanos de la UE del fisgoneo encubierto de agencias de inteligencia de EE. UU.
En EE. UU., las compañías de tecnología se definen como defensoras de sus clientes ante la intrusión del gobierno. Pero en Europa trabajaron junto a los funcionarios del gobierno de Obama a fin de debilitar los esfuerzos de la EU por proteger los datos de los usuarios.
Los funcionarios de los EE. UU. reconocen que cuando se trata de privacidad de datos en Europa, en general, están del lado de Google, Facebook y Microsoft. Pero insisten en que no es un esfuerzo coordinado. Por el contrario, refleja la visión corporativa de EE. UU. de que el modelo de privacidad estadounidense es menos torpe y causa menos problemas a las compañías de tecnología.

“Cuando abogamos por un tipo de reglamentación determinada, abogamos por la visión del gobierno de Obama en cuanto a la forma de tratar la privacidad de datos”, sostiene William Kennard, el embajador de EE. UU. ante la UE y antiguo presidente de la Comisión Federal de Comunicaciones, la autoridad máxima de las telecomunicaciones en EE.UU. “Dicha visión casualmente coincide con la de muchas compañías por la simple razón de que creemos que nuestro enfoque es más propicio para fomentar la inversión y la innovación en tecnología digital.» Ninguna de las compañías de tecnología de EE. UU. hizo comentario alguno sobre sus esfuerzos de lobby en Bruselas. Pero los ejecutivos dijeron que sus esfuerzos para influenciar en los formuladores de políticas en términos de los riesgos de imponer normas de privacidad estrictas tienen poco que ver con la recopilación de datos de agencias de inteligencia estadounidenses. Insisten en que se originan en el temor de que las leyes que se están redactando actualmente puedan afectar el modo de funcionamiento de Internet en las décadas venideras.

“Cualquier compañía de tecnología debería participar activamente en el debate de las normas que darán forma al futuro de nuestra industria y el ecosistema de Internet en su totalidad»” afirma el funcionario de privacidad de una gran compañía de tecnología de EE. UU.

La agresión hizo abrir los ojos a Bruselas, desacostumbrada al tipo de lobby de los EE.UU.

«Nos están bombardeando con e-mails y solicitudes de reuniones de compañías que quieren atenuar la propuesta», sostiene Josef Weidenholzer, un miembro austríaco del parlamento europeo que supervisó la legislación en materia de privacidad para los socialistas y demócratas de centro-izquierda de la cámara. «En la vida vi semejante lobby.»

Según el registro voluntario de lobby de la UE, las compañías de tecnología más grandes de EE. UU., incluyendo Google, Microsoft, Facebook, Yahoo, eBay y Apple, gastaron casi 7 millones de euros en lobby en 2012. Sumado al efectivo invertido por otras organizaciones de las que son miembros, tales como la Cámara de Comercio de EE.UU., el gasto total de la industria de la tecnología probablemente supere los 10 millones de euros.

Y algunos críticos incluso afirman que esas estimaciones son muy bajas, gracias a la falta de un régimen riguroso de información de lobby como el de EE. UU. Amazon, por ejemplo, no está inscripta en el registro voluntario de lobbies de la UE. Y la Alianza por la Transparencia y la Regulación Ética del Lobby, un grupo que puja por niveles superiores de información, informó que eBay “afirma gastar menos de 50.000 euros”, a pesar de haber contratado cinco grupos de lobby, dos de los cuales están acreditados ante el parlamento europeo. Se pretende incluir el salario de los grupos de lobby en el cálculo general.

Comparado con los montos que gastan las compañías en Washington, estas cifras son una miseria. En 2012, por ejemplo, los mismos seis grupos de tecnología invirtieron u$s 35 millones para hacer lobby ante el gobierno federal de EE. UU., según el Centro por una Política Responsable de Washington.

Pero para Bruselas, esas cifras llevaron a la industria tecnológica de EE. UU. casi a la cima. Cinco años atrás las mismas compañías casi no gastaron nada en lobby en la UE. “La vieja directiva de protección de datos data de 1995. Google, Facebook, Twitter, etc., etc., no existían por entonces”, afirma un representante de otra compañía estadounidense.

En la actualidad, gastan a la par de grupos de servicios financieros y de energía, los que siempre gastaron más en lobby en Bruselas. El aumento coincide con el debate sobre la protección de datos, que hoy es prioridad número uno en el orden del día de la UE.

“Han traído campañas al estilo Washington impregnadas de mucho dinero de Silicon Valley”, afirma Jan Philip Albrecht, eurodiputado alemán encargado de redactar el informe sobre la legislación para el Grupo de los Verdes en el Parlamento. “Muchos de nosotros no estábamos acostumbrados a esto”.

Las empresas estadounidenses rechazan las acusaciones de ser demasiado agresivas. De hecho, gran parte del dinero invertido en Bruselas se fue en la organización de eventos sencillos, como seminarios y foros destinados a «educar»-término que suelen utilizar los grupos de presión para describir sus campañas- a consumidores y formuladores de políticas.

La Asociación Europea de la Privacidad, por ejemplo, organiza regularmente un desayuno con legisladores de la UE. Los participantes afirman que entre los últimos temas tratados se incluyó el por qué el «perfilamiento»-utilización de los datos facilitados por los usuarios para convertirlos en destinatarios de publicidad u otros servicios en línea-no es tan censurable como sugiere la legislación propuesta por la comisión y por qué en Internet no siempre es obligatorio el consentimiento del usuario.

Sin embargo, buena parte del dinero y el tiempo también se ha dedicado a presionar directamente a los eurodiputados con propuestas de enmiendas a la legislación en materia de protección de datos. Los defensores más acérrimos de la privacidad en lobbyplag.eu acusaron a varios diputados de centro-derecha y liberales de plagiar palabra por palabra enmiendas elaboradas por grupos de lobby financiados por compañías de tecnología de EE. UU. Esto explica, en parte, por qué ha habido una avalancha de cambios en la redacción de la propuesta de ley, que ahora cuenta con más de 3.000 enmiendas. «Debe ser un récord», dijo un diplomático de la UE.

Para facilitar la penetración de las compañías tecnológicas estadounidenses en el complejo proceso legislativo de Bruselas, muchos han quitado una página de sus manuales de estrategia de EE. UU. mediante la contratación de ex eurodiputados, funcionarios de comisiones y legisladores nacionales a tal fin.

El responsable de política europea de Google es Antoine Aubert, ex director de políticas de la Dirección de la comisión responsable de información y medios de comunicación. La responsable de políticas públicas de Facebook en Bruselas es Erika Mann, ex eurodiputada alemana. Y el director de políticas de privacidad de Microsoft en Europa es Jean Gonié, ex asesor jurídico del organismo francés de protección de datos.

Nadie sugiere nada ilícito o poco ético acerca de estas acciones. Eduardo Ustaran, abogado del equipo de Protección de Datos de Field Fisher Waterhouse dijo que, a pesar de la reputación por su complejidad bizantina, el proceso legislativo de Bruselas, en comparación, siempre fue abierto. Y afirmó: «Lo que sorprende a muchos en la capital de la UE es que las empresas tecnológicas de EE. UU. son sencillamente mejores y más eficaces a la hora de aprovechar esa apertura.

«Las compañías estadounidenses llevan muchos años de aprender el oficio de cómo influir en el proceso legislativo y normativo de EE.UU…. el lobby en Washington tiene más de cien años, aquí es más reciente», añade.

No todos los esfuerzos de las empresas estadounidenses fueron bienvenidos. Peter Hustinx, Supervisor Europeo de Protección de Datos-monitor independiente de las políticas de datos de instituciones de la UE-afirma que, a pesar de que él cree que «han hecho un montón de denuncias falsas», las empresas estadounidenses han ayudado a que los legisladores de la UE se centren más en sus esfuerzos normativos. «Ellas han contribuido al debate mediante la formulación de propuestas menos prescriptivas y más centradas en un enfoque basado en el riesgo, lo que significa que sólo las empresas que trabajan con información sensible se verán afectadas por la legislación», afirma Hustin.

Las compañías estadounidenses también argumentan que sus opositores-los grupos de libertades civiles y activistas que abogan por normas de privacidad más estrictas-han hecho un lobby igualmente agresivo presionando a eurodiputados y lanzando campañas online en sus plataformas de redes sociales.

Pero Joe McNamee, director de European Digital Rights (EDRi), una organización que promueve normas de privacidad más estrictas, alega que han llegado a reunir el mismo arsenal que los grupos tecnológicos de EE. UU. McNamee ocupa un puesto único. EDRi solía contar con el apoyo de Google cuando hacía campañas a favor de la neutralidad de la red. Pero cuando su grupo empezó a ejercer presión a favor de normas más estrictas en materia de derechos de privacidad, perdió el respaldo financiero de Google.

«Antes de que el debate fuera público, estaban abiertos y trataban de incorporar todos los puntos de vista. Esto cambió con la llegada de los muchachos de Silicon Valley y el debate sobre la protección de datos», afirma McNamee. «El lobby en Bruselas nunca será el mismo después del fin de toda esta saga de protección de datos.»

Traducción: Viviana L. Fernández

Fuente: El Cronista

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