Miguel Sumer Elias08/08/2013

El experto Miguel Sumer Elías exhortó a los padres a informarse y a concientizar a sus hijos sobre cómo usar la red de redes.

La úni­ca es­tra­te­gia efi­cien­te pa­ra lu­char con­tra los pe­li­gros de In­ter­net es la edu­ca­ción, no va­len las pro­hi­bi­cio­nes», sen­ten­ció Mi­guel Su­mer Elías, abo­ga­do es­pe­cia­lis­ta en In­for­má­ti­ca, In­ter­net y Tec­no­lo­gía.

El ex­per­to dia­lo­gó ayer con EL DIA­RIO, ho­ras an­tes de brin­dar una con­fe­ren­cia e in­vi­ta­do por el Ins­ti­tu­to Leib­nitz, que dio así co­mien­zo a los ac­tos de ce­le­bra­ción de sus trein­ta años, con un ci­clo de char­las re­fe­ri­das a la In­for­má­ti­ca.

Elías acla­ró que «dar con­se­jos pa­ra un uso se­gu­ro de In­ter­net y las re­des so­cia­les no es brin­dar re­ce­tas in­fa­li­bles, só­lo po­de­mos re­du­cir el ries­go. Es co­mo ocu­rre en otros ám­bi­tos de la vi­da: ¿Es lo mis­mo edu­car que no edu­car acer­ca del cui­da­do al cru­zar la ca­lle? No es lo mis­mo. Hay que edu­car, pe­ro ello no ase­gu­ra que al que apren­de no lo atro­pe­llen».

En tal sen­ti­do, re­mar­có que «la gran he­rra­mien­ta pa­ra en­fren­tar los pe­li­gros de la In­for­má­ti­ca es la par­ti­ci­pa­ción de los pa­dres y los do­cen­tes. La­men­ta­ble­men­te, son muy es­ca­sas las fa­mi­lias que se in­te­rio­ri­zan so­bre el uso res­pon­sa­ble de la red. Es co­mo si le com­pra­ran un au­to a un ni­ño y le die­ran la lla­ve, sin nin­gu­na ad­ver­ten­cia».

El abo­ga­do por­te­ño se mos­tró in­te­re­sa­do en los pro­ce­di­mien­tos por por­no­gra­fía in­fan­til, re­gis­tra­dos el mar­tes en nues­tro me­dio, y re­cor­dó que «es uno de los de­li­tos más bus­ca­dos por la Po­li­cía». Se­ña­ló que es­tá ti­pi­fi­ca­do por el Có­di­go Pe­nal, en su ar­tí­cu­lo 128, que ex­pre­sa que «se­rá re­pri­mi­do con pri­sión de seis me­ses a cua­tro años, el que pro­du­je­re o pu­bli­ca­re imá­ge­nes por­no­grá­fi­cas en que se ex­hi­bie­ran me­no­res de 18 años, al igual que el que or­ga­ni­za­re es­pec­tá­cu­los en vi­vo con es­ce­nas por­no­grá­fi­cas en que par­ti­ci­pa­ren di­chos me­no­res. En la mis­ma pe­na in­cu­rri­rá el que dis­tri­bu­ye­re imá­ge­nes por­no­grá­fi­cas cu­yas ca­rac­te­rís­ti­cas ex­ter­nas hi­cie­ren ma­ni­fies­to que en ellas se ha gra­ba­do o fo­to­gra­fia­do la ex­hi­bi­ción de me­no­res de 18 años de edad, al mo­men­to de la crea­ción de la ima­gen. Se­rá re­pri­mi­do con pri­sión de un mes a tres años quien fa­ci­li­ta­re el ac­ce­so a es­pec­tá­cu­los por­no­grá­fi­cos o su­mi­nis­tra­re ma­te­rial por­no­grá­fi­co a me­no­res de 14 años».

«El ries­go en In­ter­net es in­co­lo­ro, in­sí­pi­do, in­tan­gi­ble. Hay una sen­sa­ción de se­gu­ri­dad to­tal, y el usua­rio no to­ma los re­cau­dos de­bi­dos. Pe­ro la so­lu­ción no es bo­rrar­se, si­no co­no­cer lo ne­ce­sa­rio pa­ra ope­rar con ba­jo ries­go. Es una tec­no­lo­gía que no tie­ne vuel­ta atrás, vie­ne pa­ra que­dar­se y lo ha­ce de una ma­ne­ra re­vo­lu­cio­na­ria, ex­plo­si­va, que a las ge­ne­ra­cio­nes de adul­tos nos de­so­rien­ta», ex­pre­só.

En par­ti­cu­lar, aler­tó so­bre la cos­tum­bre de de­jar so­los a los me­no­res con las com­pu­ta­do­ras: «Hay pa­dres -di­jo- que les di­cen a sus hi­jos que se que­den en ca­sa por­que afue­ra es pe­li­gro­so, y no tie­nen en cuen­ta que In­ter­net es un por­tal que co­nec­ta con in­nu­me­ra­bles per­so­nas des­co­no­ci­das».

«El 99% de los de­lin­cuen­tes in­for­má­ti­cos de­ja un mon­tón de hue­llas, y si no son con­de­na­dos es por­que no se hi­zo bien la in­ves­ti­ga­ción o se tra­ta­ron mal las prue­bas», su­bra­yó el le­tra­do.

El es­pe­cia­lis­ta, ti­tu­lar del si­tio ww­w.in­for­ma­ti­ca­le­gal­.com, di­jo que «la ma­yo­ría de las má­qui­nas es­tán in­fec­ta­das, y en el ca­so de los cy­bers, to­das las má­qui­nas. Mu­chos usua­rios es­tán cho­chos por­que ba­jan gra­tis pro­gra­mas, y des­co­no­cen que al mis­mo tiem­po les es­tán to­man­do el con­trol de sus com­pu­ta­do­ras. Es­pían lo que ha­cen, usan sus iden­ti­da­des, sus cla­ves, et­cé­te­ra y es­to no só­lo lo ha­cen los adul­tos si­no chi­cos de 13 años, por ejem­plo».

Ci­tó, asi­mis­mo, el ca­so de una clien­ta de su es­tu­dio ju­rí­di­co, a la que le lle­gó una cuen­ta de 2.500 dó­la­res de una tar­je­ta de cré­di­to: «Era una apli­ca­ción de jue­gos pa­ra ni­ños, que te­nía aso­cia­da una en­tra­da a la tar­je­ta, y el ni­ño com­pra­ba ves­ti­dos pa­ra el mu­ñe­qui­to del jue­go», agre­gó.

En con­clu­sión, re­co­men­dó «preo­cu­par­se por co­no­cer lo mí­ni­mo de In­ter­net, pre­ve­nir­se, ser pre­ca­vi­dos y te­ner un mí­ni­mo ni­vel de pa­ra­noia pa­ra no su­frir las gra­ves con­se­cuen­cias de un uso irres­pon­sa­ble de las nue­vas tec­no­lo­gías».

«Y cuan­do nos pa­sa al­go, no du­de­mos en de­nun­ciar­lo, to­do es de­nun­cia­ble», en­fa­ti­zó.

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