14/09/2011, por Miguel Ángel Hernández Ruiz

Las redes sociales constituyen una revolución en la forma de relacionarse con los amigos, los familiares o los compañeros de trabajo, al tiempo que se han convertido en un nuevo medio para realizar publicidad, un nuevo canal para hacer negocios y una nueva vía para conocer gente.

Y todo esto gratis, no hemos tenido que pagar ni un euro para poder disfrutar de todos estos beneficios, pero cuando alguien da algo, a cambio aparentemente de nada, lo más adecuado es pararse a pensarlo dos veces.

Si examinamos las posibles implicaciones para la seguridad que las redes sociales tienen de cara al usuario, podemos encontrarnos, entre otras, las siguientes:

A. Desconocimiento de las condiciones del servicio

Lo que a la mayoría de usuarios de las redes sociales se les pasa por alto cuando se dan de alta en cualquiera de ellas es que, a los efectos, están firmando un contrato. Las condiciones de uso del servicio detallan qué es aquello que se está acatando por hacer uso del mismo y, cómo no, en la era del capitalismo, que nadie espere euros a cuatro céntimos.

Las redes sociales son una forma más, quizá innovadora, de hacer negocio con la información que los usuarios amablemente ceden. La estrategia es sencilla y eficaz, poner en contacto a proveedores con clientes potenciales ofreciendo a los últimos un servicio atractivo «gratuito» y cobrando a los primeros por ponerles en contacto con, en el caso de Facebook, 700.000.000 de potenciales clientes en todo el mundo. Pero para poder hacer esto de una forma eficaz, las redes sociales recolectan todo tipo de datos entre los que figuran; nombre, edad, fecha de nacimiento, sexo, datos de ubicación que traducen a coordenadas GPS, a los que se suman los que el usuario suministra voluntariamente como fotografías, vídeos, y un larguísimo etcétera. El fin último es ofrecer un servicio de publicidad particularizado a cada persona, pero por el camino se abren dudas sobre los derechos que la red social adquiere sobre determinado material publicado.

Así, la política de uso de redes sociales como Facebook, Tuenti o LinkedIn ofrecen textos similares al siguiente:

Para aquellos contenidos que dispongan de derechos de propiedad intelectual, como fotos o vídeos, nos otorgas los siguientes permisos: nos concedes una licencia mundial, no exclusiva, transferible, sublicenciable y libre de pagos, para usar cualquier contenido sujeto a derechos de propiedad intelectual que pongas en tu sitio en la «Red Social» o al conectar con la «Red Social».

Esto quiere decir que el usuario debe asumir que cualquier contenido sujeto a propiedad intelectual podrá ser usado por cualquiera una vez se encuentra en su sitio. El conflicto crece porque esta declaración puede chocar con otros derechos previos, cuando el contenido que se sube a la red social está ya licenciado o cuando en fotografías o vídeos aparecen personas cuyos datos personales están protegidos legalmente. Sólo imaginemos que una persona con una posición social y status relevante se hace una cuenta en una red social, una noche le hacen una fotografía con una botella de vino en la mano que posteriormente es subida a dicha red social. La empresa de la botella de vino, que tiene cuenta en la misma red, ve la  fotografía y llega a un acuerdo con Facebook para que le sublicencie los derechos de la misma, que posteriormente usa con fines publicitarios. Lo que le podría ocurrir a esta persona es que cuando fuese tranquilamente por la autovía viera su cara en un cartel junto a la botella de vino, cosa que lo más probable es que, además de sorprenderle, no le hiciese la  más mínima gracia. Lo de menos en este caso es buscar los culpables, si lo es la persona respetable que en su tiempo libre decidió celebrar su cumpleaños con una botella de vino, si lo es su amigo que le hizo la foto y quiso compartirla con su vecino o si lo es la empresa que ha tenido una actuación poco ética, la cuestión es que esta secuencia, que podría ser factible, provocaría unas repercusiones difíciles de calibrar en función de la identidad de la persona que nos ocupa.

Para el que piense que Google+ no adolece de estos males les recuerdo que existen unas condiciones de servicio genéricas que aplican a cualquier servicio de Google y en las que se puede leer:

11.1 Usted conservará los derechos de autor y cualquier otro derecho que ya posea del Contenido que envíe, publique o muestre en los Servicios o a través de ellos. Al enviar, publicar o mostrar Contenido, estará concediendo a Google una licencia permanente, internacional, irrevocable, no exclusiva y que no está sujeta a derechos de autor para reproducir, adaptar, modificar, traducir, publicar, representar y mostrar públicamente, así como para distribuir, cualquier Contenido que envíe, publique o muestre en los Servicios o a través de ellos. Esta licencia se otorga con el único propósito de permitir a Google publicar, distribuir y promocionar los Servicios y puede revocarse para determinados Servicios, según lo estipulado en las Condiciones adicionales asociadas.

Y también…

11.2 Usted acepta que esta licencia concede a Google el derecho de distribuir el Contenido a otras empresas, organizaciones o personas con las que Google mantiene relaciones con el fin de ofrecer servicios sindicados y de utilizar dicho Contenido en relación con la provisión de dichos servicios.

Como ya he mencionado anteriormente en relación al uso de otros servicios del gigante.

B. USO INADECUADO

Las redes sociales son un nuevo medio y, como en todo, el ser humano requiere de un proceso de adaptación al medio para manejarlo adecuadamente.

Por lo general, las redes sociales permiten discriminar la información pública de la privada. Un mal uso de la red social puede dar con información pública que no debería serlo, o simplemente determinada información puede ser usada con fines maliciosos como en su momento demostró la iniciativa pleaserobme, proyecto que, accediendo a información pública sobre la ubicación de los usuarios de Twitter, muestra aquel que se encuentra fuera de casa. Sobre-compartir información puede ser un problema, y hay quien no aprecia que al otro lado de un comentario en determinadas redes sociales puede estar cualquiera, con mejores o peores intenciones.

La imposibilidad de verificar determinados campos a la hora del registro hace que la red social traslade la responsabilidad al usuario en caso de que éste aporte información falsa. Lo cierto es que si hacemos una cuenta con la foto de un/a chico/a guapo/a, nos inventamos un nombre, hacemos una cuenta de correo para el propósito y nos dedicamos a enviar peticiones de conexión con todo el que se nos cruce en el camino (preferentemente del sexo contrario al de nuestro recién creado avatar), en pocos días tendremos una red de amigos que nos darán acceso a toda su información. Con un poco de ingeniería social, éste puede convertirse en el punto de entrada para difundir un enlace a una página con contenido malicioso, como ya ha ocurrido en alguna ocasión. Si esta alternativa no fuera del agrado del atacante, éste siempre podría realizar un robo de identidad de alguien que no tuviese cuenta en la red social.

Derivado de la misma imposibilidad de verificar ciertos datos, en Facebook hay más de 7.000.000 de usuarios, sólo en Estados Unidos, que no cumplen las restricciones de edad para tener una cuenta en la red social (edad mínima 14 años), y más de 20.000.000 de menores que en este mismo país utilizan Facebook de forma activa, según un estudio publicado en Mayo de 2011. Si las redes sociales, e Internet en general, han demostrado que cualquier usuario está expuesto a amenazas cuyo conocimiento es básico para un buen uso tanto del uno como del otro, el colectivo de los menores de edad  en este «nuevo» medio es un blanco fácil para adultos que buscan relaciones con menores, para lo que los extorsionan mediante lo que se conoce como Grooming. Aunque la raíz de este problema no esté en el medio social sino en la incultura digital, este medio es un canal efectivo para el desempeño de estas acciones de acoso contra los menores.

CONCLUSIONES

Las redes sociales son un medio y como tal se deben valorar los beneficios e inconvenientes de su uso. Si finalmente se opta por el uso de este tipo de servicios, se debe ser consciente de las amenazas que pueden presentarse en este nuevo entorno, de forma que estemos lo más preparados posible contra las mismas. Si nos vamos de safari a África, lo primero que tenemos que hacer es revisar nuestra cartilla de vacunación y acudir al médico para ver contra qué es conveniente vacunarnos. De igual modo, cada nuevo medio que se crea en Internet requiere de un análisis de las amenazas contra las que «vacunarse» y, como hemos podido ver, las redes sociales no son una excepción.

Fuente: Inteco.es

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