PhubbingArtículo original publicado el 06 de mayo de 2014 por Daniela Blanco en Infobae

La tecnología y las pantallas llegaron para instalarse como algo cotidiano. El video Look Up llamó a la reflexión sobre el uso excesivo de los teléfonos y las redes sociales. Infobae reunió al filósofo Omar Bello y a una lingüista para el debate. El fenómeno phubbingcomo expresión nítida de este cibertiempo.

La idea que movilizó el video «Look up» («Levanta la mirada») que ya vieron en el mundo más de 17 millones de personas dispara un debate profundo sobre cómo encarar este tiempo de cibercultura en el que todos nosotros estamos inmersos.

La polémica se instala en cómo el uso (o abuso) de la tecnología afecta nuestras relaciones interpersonales y la interacción con el mundo que nos rodea. El video nos invita a reflexionar sobre cómo los nuevos usos y costumbres alrededor de la tecnología con pantallas, redes sociales e interactividad digital incluidas atraviesan y modifican nuestra vida cotidiana.

En definitiva nos obliga a reflexionar sobre cómo queremos construir nuestro propio futuro basado en una cultura digital masiva.

Somos personas móviles que desarrollaron a partir de la democratización y accesibilidad a la tecnología portable (celulares inteligentes (smartphones), tablets, e-readers, entre otros) nuevas relaciones interpersonales con nuestro entorno y con nosotros mismos. Luego vendrá el análisis sobre la calidad y el impacto de este cambio que ya ocurrió.

Para el hombre (pos) moderno de hoy todo cambió: cómo nos relacionamos, como nos divertimos , cómo educamos a nuestros hijos, cómo leemos, cómo aprendemos. Y allí siempre aparece una pantalla.

El escritor y director británico Gary Turk desde su video Look Up propone un grito hecho imagen casi desesperado en medio de tantas miradas que apuntan a la pantalla y dejaron de mirar a los ojos.

La lingüista de la Universidad de Buenos Aires (UBA) Silvia Ramírez Gelbes y directora de la Licenciatura en Comunicación de la Universidad de San Andrés contextualiza el tiempo socio histórico en el que vivimos: «LLevamos dentro una especie de adicción a las pantallas. Esta es una época muy visual en donde además hay una sustitución de lo auditivo por lo visual. Y lo táctil queda reservado para la pantalla y no para las personas. Da la impresión de que esta cibercultura acerca a los que están lejos pero aleja a los que están cerca».

Sin embargo para el filósofo Omar Bello no hay que demonizar a la tecnología ni a las pantallas: «En este mundo de hoy paradójicamente «desconectado» que nos toca vivir , nosotros no nos tocamos hace muchas décadas, mucho antes de la explosión de lastablets y los smartphones. La tecnología al contrario llegó para ofrecernos una alternativa de comunicación en un mundo difícil. Se trata de una alternativa, seguramente no es la mejor pero es la que hoy tenemos».

A principios de los años ´90, el antropólogo y biólogo británico Robin Dunbar definió que una persona necesita y puede sostener 150 relaciones interpersonales. Que el cerebro no tiene más capacidad para almacenar más contactos. Dunbar lo expresó a sabiendas de la existencia de Facebook y de su principal objetivo: expandir nuestro círculo social de manera cibernética.

Ramírez Gelbes explica: «Las redes sociales y Facebook en particular generan lo que se conoce como «afiliación ambiental» y tal vez allí aparezca una de sus mayores riquezas: se trata de crear muchos perfiles en distintos círculos de pertenencia. Algo así como la percepción de vivir varias vidas simultáneas, eso nos convierte en trascendentes, pero livianos»

Cifras digitales

Alejandro Piscitelli filósofo y especialista en nuevas tecnologías explica en su lúcido blogFilosofitis. Hoy en el mundo los números de las pantallas son impresionantes y crecen cada segundo : se han vendido más de 140 millones de iPads, 280 millones de iPhones, 500 millones de smartphones Android y un número con muchos ceros de la tableta e-reader Kindles.

En la Argentina, se distribuyeron a través de distintos programas de gobiernos (nacionales, provinciales y municipales) más de 2.200.000 computadoras que hoy están en manos de chicos de 13 a 17 años y que amplifican los fenómenos alrededor de usos y hábitos de la cibercultura y la migración de la cultura escrita-oral a la digital interactiva.

El afuera cambió

Ramírez Gelbes reinterpreta el video de Turk : «En el video Turk plantea que ahora los chicos no van a la plaza, que los chicos no juegan en la calle; pero hay que entender que la cuestión cambió porque los padres no los dejan. Los usos y costumbres del tiempo libre han cambiado. Y en una especie de convención acordada entre padres e hijos : ellos se refugian en las pantallas y esto se vuelve un hábito».

Bello argumenta críticamente sobre el video deTurk : «El video de Turk es conmovedor pero al mismo tiempo es tramposo. Mirarnos a los ojos y tocarnos es una realidad que no existe hace mucho tiempo en el mundo que hoy vivimos. Las sobreexigencias de la vida contemporánea no nos deja mirar hacia ninguna parte. No me gusta en ese sentido demonizar a la tecnología».

Bello agrega : «A mis 50 años creo que hoy el uso de las redes y las pantallas es una manera de reivindicar la comunicación. No me gusta culpabilizar a la tecnología porque me parece una mirada simplista sobre lo que nos pasa y peligrosa. Aunque no lo parezca la tecnología hoy nos ofrece una manera de salvarnos».
Ramírez Gelbes precisa sobre las redes sociales: «Se activó a través de las redes sociales lo que yo llamo el «fisgoneo«: la necesidad de saber qué le pasa al otro y por el otro lado la necesidad de mostrar a los otros qué me pasa a mí. La nimiedad se eleva al carácter de noticia , como dice Twitter: es lo que está pasando».

«Las redes dieron voz a todos para expresarse. Hoy los 140 caracteres en el Twitter o 500 en Facebook hacen sentir que la voz de uno es relevante, antes sólo tenían voz ilustrados».

Phubbing extremo

El idioma inglés tiene algunos términos que con la sola combinación de palabras logra resumir un concepto que amerita de otra manera un tratado filosófico. Esto ocurre con la palabra phubbing: que surge de combinar el acrónimo de dos palabra en idioma inglésphone (teléfono) y snubbing (menospreciar).

El joven australiano Alex Haigh con sólo 23 años creó el concepto «Stop phubbing» que ya popularizó su logo en el mundo entero. Haigh se esmera a través de diversas campañas (hay que decirlo online, es el soporte que utiliza, valga la paradoja) para frenar el uso recurrente del smartphone en una cita o evento social. Y explica que la idea no es crear una guerra contra la tecnología, sino evaluar la forma en que nos comportamos frente al otro cuando tenemos un celular al alcance de nuestra mano.

Los efectos del phubbing o síndrome del smartphone según los especialistas también son físicos: los primeros órganos afectados son los ojos, no sólo se cansan sino que sufren los efectos de la sequedad. También resultan perjudicados la muñeca y el codo.

Si existe un uso prolongado y dependiente del móvil o de los aparatos electrónicos, el cuello adoptará una postura antinatural que hace que la parte superior de la columna vertebral se encorve y que la cabeza se sostenga únicamente por los músculos del cuello y de los hombros. También el abuso de la tecnología puede provocar trastornos psicológicos. La posibilidad de sufrir depresión, ansiedad o fatiga crónica aumentan considerablemente.

Bello apunta a los jóvenes: » los smartphones, las tablets, las redes sociales son herramientas que los jóvenes tienen y utilizan para comunicarse hoy. ¡Las inventaron ellos! Por supuesto que apelo a su crecimiento espiritual que no va a venir de las pantallas.

«Los «chicos tecno» de hoy son hijos de una generación embrutecida , su propio crecimiento espiritual vendrá cuando se miren a sí mismos y a los demas. Lo que daña a los jóvenes más que la tecnología es que se reproduzca la brutalidad de nuestro pasado, y recordarles que ya sin tecnología nos habíamos dejado de mirar».

Fuente: Infobae

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