Annie Machon renunció en 1996 al MI5, el servicio de inteligencia secreto británico.

ANNIE MACHON, DE EX ESPIA DEL MI5 A ACTIVISTA POR LOS DERECHOS CIVILES

La autora especializada en espionaje –que pasó por ambos mundos– alerta sobre el cambio de paradigma de la seguridad informática. Las redes sociales, el análisis de los datos que recorren la red y la “ética” al “servicio” de la inteligencia.

Por Mariano Blejman

Desde Praga

El hotel Praha es un viejo anticuario de los años más esplendorosos del comunismo checoeslovaco, cuando la primavera todavía no había llegado a la ciudad. El Praha tiene escaleras de mármol inmensas, una vista colosal sobre el Castillo de Praga, arañas luminosas, salones oscuros y un silencio que a veces aturde por la soledad del ambiente. El encuentro con Annie Machon, la ex agente de inteligencia del poderoso servicio de inteligencia británico MI5, pareciera ocurrir en una de esas viejas películas de la época soviética, en las que los agentes se parapetaban en la barra de un bar, y mientras la música funcional amenizaba el ambiente le daban al whisky sin piedad. Machon esta en Praga –como este cronista– para participar de una conferencia sobre periodismo y tecnología organizada por Sourcefabric, una empresa que desarrolla software libre para medios digitales.

Annie Machon renunció en 1996 al servicio secreto junto a David Shayler, luego de que este último denunciara que el MI6 habia estado involucrado en un intento de asesinar a Muammar Khadafi de manera encubierta. En agosto de 1997, Shayler le entregó documentos al Mail on Sunday que demostraban la paranoia del MI5 sobre el socialismo del Partido Laborista y fue procesado por el Acta de Secretos Oficiales de 1989. Desde entonces, Machon –compañera de Shayer en el MI5– se ha dedicado a denunciar la problemática ética de que los servicios de inteligencia tengan capacidades policíacas sobre sus ciudadanos. Desde hace varios años, Machon se ha dedicado a la difusión de sus ideas, realizando artículos periodísticos, un libro (Spies, Lies and Whistleblowers: MI5 and the David Shayler Affair), y vive viajando por el mundo dando conferencias, organizando campañas y haciendo consultoría. “Mi vida va de hotel en hotel, ni siquiera tengo tiempo de conocer las ciudades donde voy”, le dice a Página/12 desde la oscuridad del Praha.

Machon trabajó en el gobierno, en los servicios de inteligencia y en los medios, lo cual la convierte en protagonista privilegiada capaz de comprender el mundo desde diferentes aristas. Pero hay una que no ha cambiado: la de la seguridad. Su tarjeta personal tiene apenas un par de datos de contacto y una clave criptográfica PGP que le permitirá al destinatario enviarle un mensaje encriptado que sólo ella podra leer. Y mientras fuma y se toma algún trago fuerte intenta desarticular ese aspecto épico que Hollywood les da a los espías. Aunque, hay que decirlo, el contexto no ayuda. En la conferencia llamada Mediafabric, Machon hablará de su historia y de la importancia de los medios electrónicos de tener plataformas seguras para permitir a las fuentes comunicarse de manera confiable. Y dirá que Bradley Manning, la supuesta fuente de Wikileaks en el caso del Cablegate, no fue descubierto por un problema de seguridad del sitio de Julian Assange, sino por una supuesta confesión que hizo el mismo soldado a otra persona a través de un chat inseguro.

–¿Cómo es su relación con el MI5?

–El MI5 es mi ex…

–¿Modificó su perfil en Facebook, entonces?

–(Ríe…) Es complicado, definitivamente lo es. Me siento triste porque mirando para atrás, mucha de la gente que se unió a los servicios secretos en esa época era idealista y muchos se fueron por una gran desilusión ética cuando se comenzaron a conocer los casos de terrorismo en los que los espías estaban involucrados. Me pone triste que la denuncia sobre estos hechos no cambia nada realmente, porque durante muchos años mi historia estuvo muy visible en los medios y sin embargo nada cambió en estos años. Las agencias de inteligencia siguen haciendo lo mismo, es una frustración entre mí y mi ex socio.

–Muchas veces pareciera ser que no se puede hacer inteligencia sin hacerlo de manera ilegal…

–Ese es un acercamiento equivocado. Estamos en el siglo XXI y esa manera de pensar va en una dirección errónea. Los servicios de inteligencia británicos son lo menos transparentes y menos aceptables que hay en los países occidentales. Los espías usan su estructura para trabajar de manera policíaca contra protestantes locales, en vez de usar la inteligencia para otros aspectos. Por otro lado, los policías hacen actividades de espionaje. Y los espías hacen trabajo de policía con los terroristas y usan métodos de inteligencia para encontrar gente. La inteligencia se tiene que basar en la ley, o de otra manera la inteligencia policial terminará creando un Estado como fue la Alemania nazi. Por eso Alemania tienen una Constitución tan fuerte, y por eso tienen una ley tan fuerte que separa claramente la protección de inteligencia de la investigación policial.

–¿Qué relación encuentra entre la inteligencia y la tecnología de las redes sociales? Por momentos pareciera que Facebook trabaja para la inteligencia.

–Sí, absolutamente. Las redes sociales son grandiosas, fascinantes, para periodistas, para los medios, pero en realidad nosotros les estamos sacando trabajo a los servicios. Ponemos en un lugar solo nuestras redes totales de contactos. Estas redes de gente que conocemos que se conectan y sus amigos y sus amigos… ¡Es el sueño de los espías! Conozco muchos activistas que no usan Facebook por esta razón. Yo uso Facebook para que la gente pueda encontrarme, pero mi red no se expone, presumo que la gente lo sabe.

–Facebook cambió la idea de privacidad, a la gente no le preocupa que le abran el mail…

–Lo que no saben es que los correos electrónicos comerciales, especialmente en Yahoo, Hotmail, Gmail o AOL, se usan porque la gente cree que es cool. Pero cada cosa que se manda a través de servidores americanos será estudiado a través de Data Mining (minería de datos), una tecnología que permite buscar la informacion deseada de manera profunda. Si se quieren proteger los datos tienen que salir de allí. Es un problema, pero también es un cambio generacional. Trabajo con activistas, y hay muchos nativos digitales que no conocen otra cosa que internet. El concepto de privacidad ha cambiado y creo que puede ser un cambio radical si los gobiernos se convierten en Estados policías. La gente realmente consciente frente a los problemas que pueda traer el uso de las tecnologías es poca. La mayoría de la gente simplemente dice “si no tenemos nada que esconder, ¿por qué esconderlo?” Pero no es así como funciona el Estado políciaco, aunque seas totalmente inocente. El problema es no perder las libertades individuales. La noción de privacidad está siendo perdida, se pierden libertades, nuestros gobiernos no lo hacen ahora, pero ¿y qué si otros lo hacen mas adelante? ¿Y qué si de pronto se hackea un sistema de voto electrónico y un gobierno se queda con nuestros derechos..?

–¿Cómo se leen los diarios desde su perspectiva?

–Hago metalectura. Los servicios de inteligencia en general contactan a los periodistas por sus posiciones, y saben quién puede hablar de tal tema, quién tiene tal postura. A quién le pueden mandar algo y a quién no. Pero desde que estamos dedicándonos a denunciar a los servicios secretos, comprendí el poder de las mentiras que se dijeron sobre David. La operacion fue totalmente opuesta a la verdad. Sé cómo la influencia puede trabajar en la opinión pública. Así que soy muy escéptica cuando leo los medios internacionales más importantes. En Inglaterra, The Guardian representa el ala izquierda y el Daily Mail y el Telegraph son la derecha, y cubren los eventos desde puntos absolutamente opuestos. Yo publico ocasionalmente en The Guardian.

–Cuando usted trabajaba en el MI5, ¿cómo era la relación con los periodistas?

–Hay muchas formas y niveles de intersección entre periodismo e inteligencia. Hay muchas leyes que protegen a la inteligencia de los secretos que puedan tener los periodistas y aquellos que denunciamos. Los periodistas pueden ser puestos en prisión por reportar la información de alguien que hace una denuncia sobre un mal proceder. Es una legislación tan dura que aun en Rusia esto no pasa. Por ejemplo, si estamos en Inglaterra hablando y usted me pide que diga algo nuevo del MI5 me está incitando a romper la ley. Si esta revelación se convierte en un daño, no sólo me acusan a mí y me ponen en prisión por dos años, sino también al periodista por dar secretos del MI5.

–Así sucedió con Wikileaks, donde quieren demostrar que Assange incitó al soldado Manning.

–Sobre el caso de Wikileaks realmente se saben las fuentes. Aun lo torturan y no saben realmente cómo fue. Es terrible que esté aislado y sin juicio. Las agencias saben cómo hacer que los periodistas publiquen determinados artículos, saben cómo ponerte en crisis y tomar el control de su organización. Se llama “operación de información” y el MI6 tiene un departamento que entrega historias a los medios algunas ciertas y otras no. Hay muchas formas de controlar el periodismo.

–¿Tienen periodistas trabajando en los medios?

–No lo diría así. En la inteligencia británica hay una larga historia de gente que se ha movido de hacer inteligencia a ser periodistas. Hay corresponsales que luego se hacían agentes de inteligencia, pero si sos periodista no sos pagado por los servicios, aunque sí un agente de influencia. Hace poco tuve una cena con un eminente periodista, me dijo que en cada redacción hay dos agencias de inteligencia influyendo. David Shayler era periodista antes de convertirse en espía.

Fuente: Página 12

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