Si hay algo sobre lo que los hijos saben más que los padres son las redes sociales. Un desconocimiento que genera temor en los adultos, que a veces pueden sentir la necesidad de inmiscuirse en su intimidad.

Todo lo que gira alrededor de las redes sociales (Facebook o Twitter) configura un mundo desconocido para la mayoría de los padres y madres. Un espacio que, por contra, domina la práctica totalidad de los adolescentes.

Esa ignorancia adulta unida a las noticias negativas que en ocasiones aparecen en los medios de comunicación sobre los riesgos que pueden traer consigo estas nuevas herramientas, provoca la creciente preocupación de las familias sobre el uso que hacen sus hijos de las redes sociales.

Cualquiera puede comprender sus temores, pero tal y como asegura Carmen Nieto, encargada de la formación de padres y madres de la Asociación Herrikoa, «este miedo no puede traducirse en respuestas contraproducentes como es la invasión de su intimidad ya que eso supone una pérdida de confianza que luego es muy difícil recuperar».

No debió pensar así el Defensor del Menor de la Comunidad de Madrid, Arturo Canalda, quien la semana pasada confesó haber creado un perfil falso de la red social Tuenti para controlar qué imágenes subían o con qué personas contactaban sus hijos, experimento que sólo conocía uno de ellos. Según explicó Canalda, en su perfil sólo aparecía un dibujo, sin embargo, los propios chicos le aceptaron como amigo lo que le permitió acceder a su información. La noticia provocó un gran revuelo. Tuenti anunció que iba a borrar su cuenta y Canalda respondió que la había suprimido dos años atrás. Sin embargo, el debate sobre hasta dónde es ético y adecuado inmiscuirse en la intimidad de los menores para garantizar su protección está en la calle.

UN TEMOR COMPRENSIBLE

Desconocimiento del adulto frente al dominio adolescente

El responsable de Comunicación de Tuenti, Ícaro Moyano, asegura que el caso de Canaldo es «extraordinario» si bien sí reconoce que «cada vez más se registran perfiles de edades más elevadas y seguro que muchos de ellos son padres y madres». En Navarra, según aseguran responsables de las asociaciones de apymas Herrikoa y Concapa como la trabajadora social Ainhoa Vázquez, encargada de impartir charlas sobre las redes sociales en centros públicos de Navarra, «son pocos los padres y madres que tienen perfiles en Tuenti aunque lo van conociendo y se van haciendo poco a poco». Y, que ellos conozcan, «ninguno se registra con un perfil falso».

Esta trabajadora social, al igual que el presidente de Concapa (federación mayoritaria en la red concertada), Alfonso Aparicio, y la formadora de Herrikoa (mayoritaria en la red pública), Carmen Nieto, comprende los miedos que invaden a las familias por el uso que pueden hacer sus hijos de las redes sociales. Los más habituales son que sus hijos contacten con desconocidos adultos que puedan desembocar casos de pederastia (muy minoritarios) y el ciberacoso, más frecuente. «Cuando se produce acoso escolar en muchas ocasiones se da a través del mail y las redes sociales», afirma Nieto.

La principal causa de estos temores es su enorme desconocimiento sobre esta nueva herramienta. Y es que por primera vez los hijos saben más que sus padres y eso provoca desconcierto. «Otros peligros como las drogas las han podido vivir de una u otra forma, y aún así hay miedo, pero las redes sociales es un mundo completamente nuevo», señala Vázquez, que el pasado jueves dio una charla sobre el uso de las redes sociales en el CP Azpilagaña y este martes impartirá otra en Mendigoiti, que aboga por que «las familias tengan interés por conocer qué utilidades tienen estas nuevas herramientas y qué riesgos pueden conllevar según cómo se utilicen. Los adolescentes no pueden ver que estás en otro nivel».

En esta misma línea, Nieto señala que los padres «deben conocer las redes sociales, conocer sus ventajas y utilidades; proteger a sus hijos de los riesgos a través de una serie de pautas para que se usen adecuadamente; y llevar a cabo una dinámica educativa, como lo hacen en otros ámbitos». La formadora de Herrikoa reconoce la ignorancia del mundo adulto en este campo, pero recuerda que «aunque nos pueden llevar la delantera los padres y madres tienen un bagaje persona y una experiencia que deben llevar a la práctica, educar cómo hacen en otros ámbitos de la educación».

COMUNICACION

No pasar la línea que separa la protección de la intromisión

Pero, ¿cómo proteger a tus hijos sin inmiscuirse en su intimidad? En un primer lugar, las familias deben poner en marcha algunas pautas básicas que fomenten el uso adecuado de las redes sociales, como por ejemplo, delimitar el número de horas que están frente al ordenador, colocar el PC en una habitación común o definir las normas referidas al uso de ciertas webs. Asimismo, Nieto y Vázquez recuerdan que hay que hablar con los hijos sobre «qué tipo de información personal no pueden compartir con el resto, qué fotos cuelgan o decirles que no den la contraseña a nadie, igual que no da las llaves de casa».

Por su parte, el presidente de Concapa asegura que en las charlas que ofrece esta asociación «resaltamos el desconocimiento que hay en torno a los problemas legales». Y cita un ejemplo. «Enviar un mensaje ofensivo por Tuenti puede ser delito lo mismo que colgar fotos de otras personas sin permiso», destaca Aparicio. Por su parte, Vázquez recomienda a las familias que inviten a que sus hijos a que «reflexionen en profundidad sobre qué repercusiones que tiene el mal uso de estas redes».

Ahora bien, ninguno de los tres ve ético inmiscuirse en la vida personal de sus hijos, espiándoles la cuenta de Tuenti o creando un perfil falso. «Creo que la privacidad es importante en todas las épocas de la vida. Hay que respetar la intimidad», señala Aparicio. En esta misma línea se expresa la trabajadora social de Bidari apymas, que ofrece charlas en los colegios gracias a un convenio con el Ayuntamiento de Pamplona. «El enfoque de las charlas es transmitir ética y una ciudadanía digital, enseñarles a ser ciudadanos. No podemos decirles que está mal cotillear e inmiscuirse en cosas ajenas y alertarles de que puede haber gente que se registre con una identidad falsa y luego hacerlo nosotros», explica Vázquez. Una opinión que comparte Nieto. «Hay que educar, hablar pero sin invadir esa intimidad», explica esta formadora, que añade «si actuamos así es que en fondo no estamos confiando en la educación que estamos dando a nuestros hijos».

Sólo en casos muy extremos, cuando la comunicación no funciona y los comportamientos del menor son muy preocupantes podría entenderse que las familias realizase alguna actuación de este estilo.

Fuente: Noticias de Navarra

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